"Atenea" no es un coche más. Es la diosa de la estrategia sobre el asfalto. Compacta, precisa, letal en cada curva. Diseñada para quienes entienden que la conducción es algo más que moverse de un punto a otro: es un arte.

El Cayman nació para demostrar que la perfección no siempre está en el tamaño, sino en el equilibrio. Con su motor bóxer 2.7 de 265 CV colocado en posición central, cada movimiento es inmediato, cada giro de volante es una extensión de tu voluntad. Atenea no duda, actúa. Y lo hace con la frialdad de un bisturí y la emoción de un rugido que retumba en el pecho.

Por fuera es pura tensión. Líneas marcadas, proporciones compactas, musculatura contenida que se adivina lista para atacar. Incluso parado, transmite energía. Es un Porsche que no necesita demostrar nada, porque todo lo que importa ocurre cuando lo conduces.

Por dentro, el habitáculo se convierte en tu centro de mando. Cada detalle pensado para que te sientas abrazado, conectado, parte de la máquina. Asientos que sujetan sin agobiar, un volante que te invita a girar más, instrumentos claros que no distraen: todo está ahí para una sola cosa, disfrutar de conducir.

"Atenea" no es un coche que se compra con la cabeza. Es un coche que se conquista con el corazón. Porque cada kilómetro es adrenalina, precisión y control absoluto. Es un Porsche distinto, con carácter propio, y esa es precisamente su mayor virtud: no quiere ser otro 911...